En la actualidad el mundo está expectante que la ciencia le dé una solución a la pandemia que ha alterado en forma dramática la cotidianeidad de una gran parte de la población mundial. Muy probablemente la ciencia cumpla con poder satisfacer esas expectativas. Ahora bien, este fenómeno ha alterado, como nunca antes en la historia las relaciones económicas de todo tipo y generando una limitación a la riqueza global, o lo que es lo mismo un aumento de la pobreza, que se espera sea la ciencia económica la encargada de remediarlo. A mi entender atribuirle el carácter de ciencia a la economía conlleva un error metodológico si partimos de que una ciencia es aquella especialidad que permite formular reglas generales de cumplimiento universal. Por eso tal vez si se percibiera a la economía como un arte, un arte sumamente complejo y que requiere conocimientos, habilidades y técnicas de las más variadas disciplinas, permitiría un mejor encuadre de la situación actual y un mejor posicionamiento con relación a la continuidad del presente contexto.
En efecto, y específicamente con relación a la República Argentina, varios economistas convocados en una reunión de zoom se refirieron a las insalvables dificultades que sobrevendrán como consecuencia directa de la importantísima disminución de la actividad económica en los presentes días. Para ello recurrieron al análisis de los distintos aspectos de la DEMANDA AGREGADA. Esto es, las causas que aportarían al crecimiento económico. Como es sabido, ellas son : el consumo, la exportación, la inversión y el gasto público.
Analizado el consumo y atento a la disminución de ingresos y cambio de hábitos, concluyeron que éste no sería el potente motor de la reactivación en el corto plazo. Con relación a la exportación ésta se vería facilitada con un importante aumento en el tipo de cambio, hecho éste que de por sí también impactaría en otros sectores, básicamente en la disminución de los ingresos de los asalariados entre otros, lo que políticamente no dejaría de ser fuente de dificultades. Además, si bien puede haber capacidad ociosa y asumiendo que las empresas conozcan y sepan como actuar en los mercados del exterior, se está en un momento en el cual todo indica, que al menos en el corto plazo, las economías tienden a cerrarse. Otra dificultad.
Con relación al efecto dinamizador de la inversión, la Argentina por su ubicación geográfica bastante aislada, su historia económica y política no parece estar en las mejores condiciones para competir en atraer inversiones extranjeras frente a otros países con sistemas políticos más estables acorde con parámetros globales y respeto hacia las normas.
El otro posible dinamizador, el gasto público, necesita ser financiado; es difícil ver hoy de donde se obtendrá ese financiamiento, tal vez de la emisión monetaria, pero se conocen sobradamente las consecuencias inflacionarias de la misma. Por lo tanto , sin financiamiento genuino tanto externo como interno, es muy difícil contar con el gasto (sobretodo en obra pública), como dinamizador del crecimiento.
Lo aquí reseñado, podríamos decir que es “lo clásico”, poco aporta al estímulo que necesitan los agentes económicos para consumir e invertir, por eso señalamos las limitaciones que tiene la economía. Porque no tiene como cualificar ni cuantificar las consecuencias de hechos que se producen o vayan a producir. En efecto, ya se puede asumir que va a haber dinero abundante y barato. La Reserva Federal anunció que hasta 2022 la tasa de interés a 10 años estará en un rango entre 0 y 0,25, es simple colegir que los rendimientos serán negativos, estimando una inflación en USA del 1% anual más los costos transaccionales, cualquier inversión monetaria en estos títulos recibirá a su vencimiento menos de lo que era en su inicio. Ésta es una clara señal de estímulo para el consumo y la inversión. Plata barata y abundante; la recuperación del valor de las acciones en USA a pesar de las fuertes pérdidas que están sufriendo las empresas , está siendo prueba de ello.
Otro tema es el nivel de endeudamiento global estatal y corporativo, que hace insostenible el sistema financiero mundial sin una fuerte reactivación y recuperación de la economía que permita al menos alguna ilusión de repago que hoy se encuentra fuera de cualquier consideración. Éste es un tema sistémico que es muy difícil pensar que no se va a resolver. No es menor la conducta que decidirá China, que ha sido el gran motor y puede seguir siéndolo, así como los sorprendentes cambios tecnológicos y las modificaciones que traigan aparejadas. Tampoco pueden ser dejadas de lado las consecuencias de la solución al tema de la pandemia, en efecto, puede causar un momento de euforia que contrario sensu a lo expresado más arriba genere una explosión del consumo apoyada en el crédito barato y sea un importante motor de reactivación.
Corolario: si bien hoy, y justificadamente, el concepto dominante es la incertidumbre atento a que se desconoce la evolución de la pandemia y sus efectos, tampoco pueden dejar de considerarse elementos que puedan ir surgiendo y que contribuyan a una sustancial mejoría de la realidad económica. Otro tema que no tiene como evaluar la economía es el efecto de “el azar”; siempre han existido hechos azarosos que han modificado el curso de los acontecimientos y con impactos económicos trascendentes, , la lluvia que llevó a la derrota a Napoleón en Waterloo, las genialidades de Bill Gates o la aparición de un virus que no se sabe de donde salió.
Por todo ello, a los ojos de los decisores económicos no sólo aparecen elementos negativos en el horizonte, sino también positivos y sumamente relevantes, los que con un estado que acierte con el posicionamiento que le permita capturar las oportunidades que se le presenten, el país podría generar una reversión en sentido positivo que ya demostró que tiene capacidad de hacerlo.
Dr. Oscar Palomba
Junio 2.020