Dolarizar: ¿Es quemar las naves? – Dr. Oscar Palomba

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dolarizar puede ser “oficializar en un país el uso del dólar estadounidense”; significa esto que pasa a excluir la circulación de cualquier otra moneda con poder cancelatorio, o que bien puede tener ese carácter pero compartiéndolo con otras monedas que también circulen libremente? En este sentido, a primera vista surge evidente que la Argentina es un país que ya está dolarizado!!! Las personas piensan en términos de dólar para su ahorro personal y transacciones significativas, y como los usos y costumbres son fuentes del derecho, sólo le faltaría un reconocimiento formal y absoluto en la legislación vigente. Pero la dolarización ya está.

Dolarizar es quemar las naves?

Se asigna a Hernán Cortés la autoría del incendio de las naves en Méjico para que no pudieran ser utilizadas por quienes se le oponían. Pues bien, no está probado que haya sido así, sino que tiene más de leyenda, puesto que la investigación histórica tiende a creer que las naves fueron barrenadas y no quemadas.

En cambio, lo de Ulises en su navegación, atado al palo mayor de su embarcación para resistir el canto de las sirenas, está claro que es pura creación literaria de Homero. Estos ejemplos de medidas draconianas para enfrentar la realidad son historias que tienen un correlato con la realidad actual de Argentina donde se está discutiendo la ilusión de que la dolarización sería la solución de todos los males… Otro cuento, otra falacia, otra ilusión….

De funcionar el sistema constitucional vigente en la Argentina, que establece como atribuciones del Congreso de la Nación : “la defensa del valor de la moneda”, art.75 inc 19, no sería necesaria ninguna ley adicional, pero ocurre que, y como ya lo preveía Alberdi en su obra SISTEMA ECONÓMICO Y RENTÍSTICO DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA según su CONSTITUCION de 1853, darle a los gobiernos la facultad de emitir dinero significaba asumir un riesgo grave, ya que se le daría la potestad de crear una riqueza ilusoria con la que afianzar su poder, esto es en términos Alberdianos, que “el gobierno fuese más rico que La Nación” y que así desvirtuara los principios básicos de la Constitución y se avanzara a un proceso de poder absoluto del estado en desmedro de los ciudadanos. Esto ha ocurrido, y la historia económica argentina ha demostrado sobradamente, la irresponsabilidad o ineptitud de los gobernantes para administrar ordenadamente los conflictos de intereses existentes en la sociedad y, ante esa imposibilidad, ceder a esos intereses y satisfacerlos emitiendo el dinero requerido por los mismos, con lo cual, prolonga y agrava el problema estructural. Carece de sentido la discusión, afortunadamente en vías de extinción, de si la causa de la inflación es la emisión de dinero, lo que merece atención son las causas que hacen que haya que emitir dinero.

Esa es la discusión que merece ser dada, en donde hay que poner el foco, porque de alguna manera es transcurrir la puja de esos intereses. Ocurre que como sociedad se han mantenido por mucho tiempo falacias sostenidas en lo “políticamente correcto”. La novedad traída por el nuevo actor libertario a la política argentina, es que las manifestaciones políticamente correctas ya se perciben como ontológicamente incorrectas. La otra novedad, la dolarización, también es un paso adelante en la discusión acerca de porque hay que llegar al punto de tener que renunciar a la posibilidad de disponer de una moneda propia, que no es poco.

Ocurre  que como Cortés y Ulises, hay que recurrir a una medida extrema como es la de sacarle la posibilidad a los gobiernos de emitir moneda para que de esa manera tengan un límite a lo que puedan gastar, esto es: sólo  lo que lo que les ingrese genuinamente.

Es decir, una mejor administración, y para eso hace falta que actúe el Congreso, no es una decisión unipersonal del Presidente de la República. Para simplificar: sería necesario recurrir a un mecanismo complejo, de difícil éxito, cuestionado técnicamente por los numerosos flancos que presenta, uno de ellos, por ejemplo,  por qué no el euro ya que el porcentaje de comercio con Europa es superior al que hay con USA…? (esta idea de Paul Krugman, no toma en cuenta el apetito por el dólar que tiene la sociedad Argentina), en fin, etc.etc. Sería necesario avanzar hacia situaciones tan complejas y, ciertamente, de resultado incierto, al sólo efecto de no dejar en manos de los gobiernos “la máquina” de emitir que tan irresponsablemente han utilizado en los últimos años.

Plantear que sólo la dolarización, independientemente  de cuan exitosa pudiere resultar, resuelve los problemas económicos de la sociedad argentina, es una falacia u otra ilusión.

Por ello, lo relevante actualmente de la cuestión, no es saber cuan viable es o de que manera se debería aplicar, sino el debate que trae aparejado acerca del riesgo de dejar en manos de los políticos la posibilidad de emitir dinero. Colocar el tema para el debate y su amplificación comunicacional ya es un éxito; obliga a un replanteo socio-político que puede convertirse en un verdadero punto de inflexión en la historia argentina. Quedaría del lado del absurdo sostener que emitir dinero no genera inflación, y a partir de reconocer estos principios se hace mucho más simple la sustentabilidad de cualquier programa económico. Es como reconocer la ley de gravedad: está bastante probado que las cosas caen de arriba para abajo.

Dr. Oscar Palomba

Agosto 2.023

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